Isma Romero. Sala El Sol

Juventud rebosante en una figura de pelo revoltoso y barba de pícaro de playa llamado Isma Romero. Ya hace unos años nos sorprendió con un disco debut llamado “Antes de que esté prohibido” producido por el gran jefe Candy Caramelo, donde había sonido de rock canalla y arreglos con garra, pero bebía de demasiadas influencias que le hacían sonar fresco pero a la vez amigo de demasiados lugares comunes. Eso fue hace un tiempo y la madurez poco a poco ha llegado al cuerpo y tripas de Isma.

En la sala El Sol tuvimos la suerte de asistir a la presentación de su LUMINISCENCIA, trabajo producido por Nigel Walker, donde se nota que el aprendizaje de este valenciano ha sido rápido e intenso, hay un giro a mejor y se nota que ha dado con la clave en la búsqueda de una banda que haga juego y compacte con su alma de músico a la busca y captura del santo grial.

Rafa Martin, Daniel Quinto, Cesar Pérez y Ángel Vela son sus nuevos escuderos. Un llenazo de sala donde la media de edad iba de los veinte a los treinta años, juventud divino tesoro, que coreaba las canciones como si fueran auténticos hits con antigüedad y polvo sobre sus hombros.

Una noche de rock nacional fresquito que entró como gazpacho en verano después de una jornada de playa y exposición al sol.

De LUMINISCENCIA sonaron “Héroes”, “Fogonazo de luz”, “Todo lo que espero”, “Carlota”, “Cerca del corazón”, “Sensacional”, “Entre un millón” a buen ritmo, entraron como pez en el agua, brincaron, revolotearon en un escenario lleno de humo y el empuje de una platea entregada.

No se olvidaron de ese disco debut y de “Antes de que esté prohibido” escupieron “Nueve años más”, “Gotas Suicidas”, “La última del baile”, “Veintitantas promesas” y “La vuelta al mundo”, con matices que las hicieron compactar y unirse a la perfección con la otra parte del repertorio.

Un agradecimiento constante al público, sabiendo que esa gente que llena las salas son los que van a apuntalar los cimientos de su carrera, que aunque corta lleva una gran proyección.

Ese exceso de dulce en la escucha de LUMINISCENCIA desapareció en el directo donde un par de temas homenaje emocionaron por lo que significan: “Grita” de Jarabe de Palo dedicado al gran Pau Donés, y “La quiero a morir” de Francis Cabrel.

Un foco de luz que provenía de diversos puntos, de abajo a arriba, del lado izquierdo al derecho pero con un centro de gravedad llamado Isma, que absorbía toda la energía para cargar la batería y seguir proyectándola en un futuro que esperemos sea prometedor y no nos defraude.

Se abre el telón y con todos ustedes el Señor Isma Romero, se ha quitado la L y ya conduce a velocidad de vértigo por las carreteras de España, si os atrevéis, seguirle a ver qué tal toma las curvas.

Texto: David Prida (Django Desencadenado)

Fotos: David Prida (Django Desencadenado)