Grises. Sala El Sol.

Sabíamos que llegar a la sala El Sol una fría noche de invierno para ver a una banda llamada GRISES iba a ser una experiencia de difícil definición, un concepto que va más allá de presencias extrañas de otros planetas que llegan en naves invisibles para quedarse entre nosotros a vivir camuflados, unidos a nuestra rutina diaria, a nuestra vida monótona libre de evasión y alegría.

Un comienzo de gira en Madrid solamente puede traer buenas noticias y una gira triunfal para estos expedientes X del panorama musical.

Una escenografía estudiada al detalle, muy cinematográfica para adentrar al público en un concierto con una velocidad y fuerza muy propios de mentes que se han curtido en universos paralelos, donde la sabiduría de saber que el fin nos va a llegar, inyecta energía a los cuerpos para hacerlos bailar, estremecer y caer fulminados cuando se producen silencios.

“De peces y Arboles” es el nombre de su nuevo trabajo, y aunque parece que son una banda novel, tienen a sus espaldas una trayectoria abultada.

Hay sonido, hay innovación y una conexión que se palpa cuando desarrollan cada una de sus historias, todo parece sacado de pequeños cortometrajes del expresionismo alemán, aquí las caras dicen mucho, las expresiones que componen los rostros exponen detalles muy pictóricos y luminosos que pueden hacer descifrar las claves de la esencia de esta banda, nacida bajo la lluvia y la quietud, amante del reposo y explosiva cuando la ocasión lo requiere.

De su primer trabajo “El Hombre Bolígrafo” sonó “Parfait”, las luces psicodélicas rebotaban por la sala como locas mientras “Animal” con su rollo psicotropical y “Laberinto” movían a la gente de un lado a otro como poseídos por el humo y el sudor de la banda.

De “No se alarme señora, soy soviético” cayeron “Cactus”, “Wendy”,

¡Que vienen los rusos ¡

En “Erlo” estaban “Avestruz” y “Formas” y aquí salieron de la chistera para darle ese toque raruno al ambiente, inmersión en túneles de paneles reflectantes que no tienen salida.

Y como era cita obligada, lo que nos había llevado al concierto a ellos y a nosotros como espectadores curiosos y ansiosos era saber a qué sonaba ese nuevo disco de título proverbial y místico, el setlist lo ocupó “De peces y árboles” con una muy rica “Comida para insectos” intentando no darnos “Gato por liebre”, ni que lo visto allí se convirtiera en ”Papel Quemado”, nos mostraron “Mi mejor fracaso”, “Grita”, “El sueño de A.” y no podía faltar ese “El impacto” que nos llegó como puñetazo en muro de hormigón.

Seguro que este imaginario de GRISES se extiende, enriquece y nutre de la vida, del arte, las experiencias y sigue creciendo en el tiempo y el espacio para que año tras año su carrera sea cada vez más alienígena, sabiendo que todo se acaba, que el mundo va a explotar, vamos a caer, pero que lo hagamos escuchando su música, ese es su nuestro destino y para ellos la mejor de la satisfacciones.

Tienen verdad y respeto, son divertidos y nos gustaron bastante.

Texto: David Prida (Django Desencadenado)

Fotos: David Prida (Django Desencadenado)